domingo, 18 de octubre de 2009

Vida de hambre,muerte de sed.


Hoy he leído esta noticia en el periódico, y me ha cortado, literalmente, la respiración, me ha dejado rota, pero sé que en unos días se me pasará, y desgraciadamente, leeré noticias igualmente desgarradoras o incluso peores. Pero a las personas que la protagonizan, en especial a esas dos madres, les han destrozado la vida PARA SIEMPRE, no lo van a olvidar jamás, ni lo superaran, ni podrán tener una vida llena, NUNCA MAS. ¿En que mundo vivimos? ¿Con que clase de personas, que no merecen llamarse así, sino monstruos, compartimos este mundo? ¿Porque ocurren estas cosas? ¿Porque...?

"El mar mece una patera donde una madre abraza a un bebé de año y medio. Hace cuatro días que la madre que abraza al bebé de año y medio vio morir a la otra pequeña, Emmanuella, también nigeriana, más o menos de la misma edad que su niña. Desde que tuvo que tirar su cuerpo al agua, la madre de Emmanuella no ha vuelto a hablar.
Les dijeron que la travesía iba a durar seis horas y la madre que abraza al bebé de año y medio les creyó. Por eso apenas cogió un bocado de comida y sólo le puso a la cría una chaqueta y un pantalón. No hay líquido que tomar ni alimento. El motor está averiado porque el combustible iba mezclado con agua. El viaje dura una semana. La madre que abraza al bebé de año y medio anda rezando. ¡Qué frío hace aquí, hija! ¡Qué oscuro está!

La madre que abraza al bebé de año y medio le tiene que dar sus propios orines a la hija para que no se deshidrate. Un día sí y otro también. La madre que abraza se llama Josephine y calla. El bebé se llama Chioma y ya habla. Como un disco rayado habla. Todo el rato con lo mismo. Mami, comida, mami, comida...

Cada vez se mueve menos Chioma. Ya ni se queja. Al séptimo día, tal y como hizo la madre de Emmanuella, la madre que abraza al bebé de año y medio tiene que arrancarse el cuerpo de Chioma y tirarlo al mar. Ha muerto justo una hora antes del rescate en helicóptero.

"En la noche del 19 de agosto la niña no se movía. Se lo dije a John. En siete días sólo había bebido pis, por eso murió. Yo no paraba de llorar. John se me abrazaba: "Tranquila, no podemos hacer nada, tranquila". Cuando una hora después llegó un helicóptero a rescatarnos, Chioma ya no estaba porque tuvimos que tirarla al mar. Ésa era la norma".

No creo que haya un dolor mayor que el de perder a un hijo, pero perderlo así...es algo que mi mente no alcanza a imaginar el dolor que puede provocar. Esto tiene que terminar ya, tiene que acabar. Yo no se que puedo hacer para evitar que ocurran estas cosas, pero lo que tengo claro es que no me deja indiferente y desde mi pequeño blog, trato de conmover y concienciar al resto del mundo.

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