sábado, 28 de abril de 2007

El poeta Ibn Zaydun & La Princesa Wallada


Wallada: "Tengo celos de mis ojos, de mí toda,
De ti mismo, de tu tiempo y lugar.
Aún grabado tú en mis pupilas,
Mis celos nunca cesaran..."
Ibn Zaydun: "Tu amor me ha hecho celebre entre la gente.
Por ti se preocupan mi corazón y pensamiento,
Cuando tú te ausentas nadie puede consolarme,
Y cuando llegas todo el mundo está presente..."

Esta es la foto y la inscripción de una escultura que pude ver hoy en Córdoba. Buscando buscando, he topado con la preciosa historia que hay detrás de todo esto; está dedicada a los enamorados Ibn Zaydun & La Princesa Wallada

Ibn Zaydun nació en Córdoba en el 1003, y Wallada bint al-Mustakfi nació también en Córdoba en el 994.Era hija de Muhammad III al-Mustakfí, uno de los últimos califas cordobeses. La adolescencia de Wallada transcurre en las guerras civiles que marcan la agonía del Califato.
Como el califa no tuvo descendencia masculina, la princesa heredó los bienes de su padre y abrió un palacio se dedicó a educar a chicas de buena familia y al que acudían también los poetas y literatos de su tiempo. Era un bellezón para los cánones de la época: rubia, de piel clara y con los ojos azules, además de inteligente, culta y orgullosa. Bordaba sus versos en sus trajes y tuvo el atrevimiento de participar en las competiciones masculinas de completar poemas inacabados mostrando libremente su rostro, conducta que la hizo ser llamada "perversa" y ser criticada muy duramente por los integristas, aunque también tuvo numerosos defensores como el visir Ibn Abdus, su eterno enamorado que, al parecer, permaneció a su lado y la protegió hasta su muerte, cuando ya era octogenaria.
La gran pasión de su vida fue el poeta Ibn Zaydún, (del que apenas se conocen datos sobre su vida hasta que conoció a la princesa), con el que mantuvo una relación secreta, dada la vinculación del poeta con los Banu Yahwar, linaje rival de los Omeyas al que ella pertenecía y que le hacía andarse con cuidado por Córdoba. La princesa probó a llamar su atención escribiéndole un poema en el que le pedía que quedaran por primera vez:
“Espera, a la hora en que las sombras de la noche sean oscuras, mi visita, pues para mi la noche es el mejor medio de guardar el secreto. ¡Me has hecho sentir una cosa tal, que si hubiera sentido el sol, no aparecería más: si lo hubiera sentido la luna, ésta no se elevaría; si la estrella, no viajará ninguna noche…”
Ibn Zaydún no tardó en responderle, relatando el primer encuentro amoroso entre ambos.Tras unos amores estrepitosos, apasionados, públicos y versificados, pronto se rompió el idilio. La razón puede que fuera una amante negra, esclava de la propia Wallada, como ella misma subrayó en uno de sus versos:
“Si hubieses sido justo en el amor que hubo entre nosotros no amarías, ni hubieses preferido, a una esclava mía. Has dejado la rama fructifica en belleza y has escogido rama que no da frutos. Sabes que soy la luna de los cielos más, para mi desgracia, has preferido a un oscuro planeta.”
Wallada no le perdonó nunca. Se hizo amante del hombre fuerte de Córdoba, el visir Ibn Vaduz, rival político y enemigo personal de Ibn Zaydun, al que privó de sus bienes y acabó metiendo en la cárcel. En esa época de cautiverio físico y amoroso escribió sus versos más famosos. Pero Wallada no quiso volver a verle. Tras recobrar la libertad, recorría de noche los palacios arruinados de Medina al-Zahara, símbolos de una pasión destruida. Toda Córdoba le vio errante y ojeroso, enfermo de amor y supo de sus poemas sumisos, implorando el perdón que nunca le fue concedido:
"Mi afán supremo era lograr tu amor si la suerte hubiera propiciado unirme a ti.Lloran tu ausencia unos ojos, cuya pupila eres tú,y a los que el sueño abandonó, por tu abandono.El destino, que antes me era placentero,se tornó, desde que se ausentó de mí tu rostro hermoso.Tú eres mi vida: si me dejas,que caven mi tumba y preparen mi sudario.”
Wallada, arruinada en su fortuna y en su crédito acabó viviendo en el palacio de Ibn Vaduz y bajo cuya protección le sobrevivió, siempre altiva y hermosa, hasta que allí murió.

3 comentarios:

Ana Hernández Guimerá dijo...

¡Qué buena es mi niña buscando!
Preciosa y triste historia que me hace entender mejor el simbolo de la escultura, esas manos que no llegaron a juntarse.
Y más lindo aún fue verla juntas y leer los versos, en español y áraba, tallados en el mármol.
Gracias mi niña linda.
Besos dulces

Ana Hernández Guimerá dijo...

Y otra cosita: este post tuyo me llevó a recordar este poema y precismente por ti.
Hay gente que con sólo decir una palabra
enciende la ilusión y los rosales,
que con sólo sonreír entre lo ojos
nos invita a viajar por otras zonas,
nos hace recorrer toda la magia.

Hay gente que con sólo dar la mano
rompe la soledad, pone la mesa,
coloca las guirnaldas,
que con sólo empuñar una guitarra
hace una sinfonía de entrecasa.

Hay gente que con sólo abrir la boca
llega hasta los límites del alma,
alimenta una flor, inventa sueños,
hace cantar el vino en las tinajas
y se queda después como si nada.

Y uno se va de novio con la vida
desterrando una muerte solitaria,
pues sabe que a la vuelta de la esquina
hay gente así, tan necesaria.

HÉROES DE LA DIGNIDAD

En La Voz del Peregrino; Año IV; Nº41; noviembre de 2000.
Así eres tú.
Miles de besos

Marisa dijo...

Me he quedado literalmente sin palabras, y emocionada. Muchas muchas muchas gracias por el poema (que espero algún dia oirte recitar), por los besos dulces y por todo.
Mil besos mas para ti.